lunes, 22 de abril de 2013

Un viaje de locura


Mario Guevara S.

Pasada la hora pico, viajar en los buses es una de las sensaciones más relajantes que pueden existir: asientos vacíos, mucho aire circulando por los pasillos y hasta se disfruta de la música de la radio a todo volumen. Ese día todo parecía ir bien, inconscientemente yo tarareaba el tema Doce rosas, de Lorenzo Antonio, hasta que los gritos de un pasajero me sacó abruptamente de mi éxtasis público.

En ese momento el sonido que salía del parlante ya competía con la voz sonora de un hombre que desde la parte final del bus entonaba sus palabras con una pronunciación impecable a todo pulmón.

“¡No, no voy a hablar así, no voy a decir eso!”
“¿Querés que hable como vos, con esa vocesita mierda que tenés?”.
“¡No me digas nada que esta gente mierda se la da!”, gritaba el hombre.

Todo el mundo comenzó a emigrar hacia los asientos delanteros, como buscando escapar de los gritos, pero además temiendo que algo peor ocurriera. Volteé para ver de reojo lo que sucedía y vi la expresión de un hombre en un monólogo dramático, luchando contra una voz en el fondo de su cabeza. Poniéndose una mano en la oreja y con la otra tomando fuertemente una bolsa de plástico grueso que a su vez contenía unas 30 bolsitas azules de agua helada, como queriendo controlar el demonio que lleva adentro.



Cinco paradas más tarde aquel hombre se bajó del bus como si nada había pasado, entonando el grito de “¡Agua...Agua... Agua!”, demostrando quizas que había ganado una batalla, pero no la guerra contra una enfermedad difícil de comprender.

Se estima que una tercera parte de la población nicaragüense sufre de alguna enfermedad mental moderada o grave, y sin duda alguna uno de los temores más grandes de los usuarios de transporte urbano colectivo es, aparte de los ladrones, es toparse con una persona sufiendo una crísis nerviosa o un colapso mental, pero eso si, algún día sucede, tarde o temprano.



1 comentario:

  1. Me parece genial esta nota en un momento pensé escribir un diario en un bus hay miles de historias que contar y sobretodo si investigas a fondo como esa "enfermedad dificil de entender" que mencionas. Siempre he creído que más que una necesidad el transporte público te da material para escribir más que viajar en tu propio carro.

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