jueves, 21 de noviembre de 2013

¡Andar en bus apesta!

A veces me pregunto por qué me mato tanto escribiendo estos textos, tratando de engañar a la gente, haciéndola creer que viajar en bus es divertido o es una “gran experiencia que no deben perderse”. No sé por qué me esmero en ver que el vaso está medio lleno y no medio vacío. A veces es hasta ridículo cómo trato, con palabras pomposas, de esconder lo terrible, incómodo y molesto que es ser usuario del transporte urbano colectivo.
Sí. Hoy comí alacranes y bebí veneno de víbora de cascabel. Pero es la verdad… ¿O no? Es terrible andar en un bus. Uno con sus problemas y de ajuste sentir apretones, escuchar bachata en la radio a todo volumen, exponerte a que te roben todo lo que andás en las bolsas y sobre todo soportar los malos olores. Creo que eso me llevaba más molesto que en otras ocasiones.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Fuerza bruta

Definitivamente llovía más adentro que afuera del bus. Una de las ventanillas de ventilación ubicada en la parte superior del pesado vehículo iba abierta. Toda la gente amontonada en la parte delantera huía del chorro de agua que penetraba con ayuda del viento en la sección trasera, mientras el transporte corría abriéndose paso en las calles inundadas de Managua. 

Adelante, el tumulto de gente era un caldo de cultivo para malos olores, machucones y todo tipo de roces, pero definitivamente la pregunta lógica para todo esto era ¿por qué no cierran la ventanilla? Los que íbamos sentados porque no queríamos perder nuestro lugar, y los que iban de pie, por no empaparse en la urgente y necesaria misión.

jueves, 3 de octubre de 2013

Perfil del usuario de Mpeso o el típico nica

Ya tengo mi tarjeta y por eso regreso hoy para seguir contando historias, porque definitivamete en estos días he aprendido que los sistemas de pago cambian, pero la gente en el bus es la misma. Eso sí, ahora como usuarios de MPeso actuan de forma distinta. A continuación se los explico.

viernes, 31 de mayo de 2013

Calor humano

El día pintaba bonito; el cielo estaba nublado y el clima era fresco, pero a
lo interno del bus yo vivía otra historia con escenas de calor, malos
olores y bajones de presión. Lo único que quería era llegar lo más rápido
posible a mi destino y justo cuando pensé que las cosas no podían ser
peores, comenzó a brisar. La gente cerró las ventanas y como rezan esas
famosas promociones de las empresas telefónicas, la temperatura se
cuadruplicó automáticamente.


miércoles, 22 de mayo de 2013

El día que me querían robar


Los noté en el primer instante que abordaron el bus. Sus miradas buscaban algo entre los pasajeros a los que observaban de pie a cabeza como un
escaner de carne y hueso que solo se detenía en algunas partes del cuerpo, como queriendo atravesar y ver más allá de la ropa. Cuando ellos notaron que yo los miraba, inmediatamente voltearon la cara para otro lado. Yo ya estaba nervioso.
Uno de ellos vestía camisa de lino blanca, estilo cotona, pantalón azulón y zapatos bien lustrados. El otro era un tipo regordete con ropa negra.
Me dieron mala espina no se porque. O si sé porqué. Por la forma extraña en que miraban a otros pasajeros. A su plática no le puse mente, pero se reían de forma maliciosa, siempre mirando la parte trasera de los pasajeros como buscando algo.

viernes, 10 de mayo de 2013

Lo bajan del bus... ¿Por cochino o por aseado?


Gritos y escándalos en la parte trasera de un bus no son extraños. Se dan cuando el conductor no se detiene en la parada correspondiente o cuando alguien no ha tenido tiempo de bajar y el busero ha cerrado la puerta. La gente también hace alborotos cuando un ladrón está haciendo de las suyas en el interior del transporte o cuando algún degenerado va aprovechando el tumulto para manosear a cuanta mujer pasa a su lado. No obstante, no era ninguna de estas situaciones.

Ese día yo me monté y pasé directo a los asientos de la parte media del bus, pero de pronto ví a un señor afeitándose en seco con una maquinita descartable. A mi eso me dio un repelo, solo de verlo me ardía la piel, así que mejor me regresé a las primeras sillas. Todo parecía ir bien. Media hora después comenzó el alboroto. Hasta ese momento yo cumplo con el onceavo mandamiento, no meterme en lo que no me importa y sigo escuchando música del recuerdo que suena a todo volumen en el bus.
La situación se pone difícil cuando el busero detiene el bus, lo apaga. Luego toma un tubo y se va directamente a la parte trasera del bus. En mi mente telenovelera yo ya me imagino al conductor como un héroe que va a salvar el honor de una mujer mancillada o a recuperar los bienes de un pobre hombre víctima de los ladrones.

lunes, 29 de abril de 2013

¿Vos en bus?


Mario Guevara Somarriba

Una de las preguntas recurrentes a las que me enfrento a cada momento desde que vendí el carro es: “¿Vos en bus?” No soy Pellas, ni Ortega y sí ando en bus, le respondo a mis amigos mientras revoloteo en mis manos las dos monedas de a peso y dos de 25 centavos.
Créanlo que al principio me costaba hablar del asunto y para mi mayor sal mi primera semana en bus me encontré a un montón de gente y todos, luego de saludarme, soltaban la pregunta de clavar, mientras yo aferrado al tubo, explicaba lo de mi salario congelado y los frecuentes incrementos en la gasolina. No faltaban los vecinos de tubo, que al escuchar mi “triste” relato, me miraban de manera incrédula.
Los primeros días fueron los más difíciles, tiempo en el que me tocó aprender muchas cosas, por ejemplo, que debía salir una hora más temprano de mi casa para llegar a tiempo a mi destino.

lunes, 22 de abril de 2013

Un viaje de locura


Mario Guevara S.

Pasada la hora pico, viajar en los buses es una de las sensaciones más relajantes que pueden existir: asientos vacíos, mucho aire circulando por los pasillos y hasta se disfruta de la música de la radio a todo volumen. Ese día todo parecía ir bien, inconscientemente yo tarareaba el tema Doce rosas, de Lorenzo Antonio, hasta que los gritos de un pasajero me sacó abruptamente de mi éxtasis público.

En ese momento el sonido que salía del parlante ya competía con la voz sonora de un hombre que desde la parte final del bus entonaba sus palabras con una pronunciación impecable a todo pulmón.

“¡No, no voy a hablar así, no voy a decir eso!”
“¿Querés que hable como vos, con esa vocesita mierda que tenés?”.
“¡No me digas nada que esta gente mierda se la da!”, gritaba el hombre.

Todo el mundo comenzó a emigrar hacia los asientos delanteros, como buscando escapar de los gritos, pero además temiendo que algo peor ocurriera. Volteé para ver de reojo lo que sucedía y vi la expresión de un hombre en un monólogo dramático, luchando contra una voz en el fondo de su cabeza. Poniéndose una mano en la oreja y con la otra tomando fuertemente una bolsa de plástico grueso que a su vez contenía unas 30 bolsitas azules de agua helada, como queriendo controlar el demonio que lleva adentro.

jueves, 21 de marzo de 2013

¡Avancen...avancen!

Mario Guevara S.

Unas 800 mil personas se movilizan todos los días en bus por la ciudad de Managua. Si tomamos al pie de la letra aquello de que “cada cabeza es un mundo”, cada unidad de transporte se convierte en un universo lleno de historias a las que cada pasajero tiene acceso por tan solo 2.50 córdobas.

De pie o sentados, todos van sacando a empujones sus problemas, mientras el aire que se cuela por la ventana golpea el rostros con mirada perdida de los que van pensando en los hijos que quedaron en casa sin nada para comer,  de los que van desenmarañando la discusión que tuvieron con su pareja la noche anterior, o los que van pensando en una estrategia de como esquivar al patrón abusador al llegar a la empresa.