A veces me pregunto por qué me mato tanto escribiendo estos textos, tratando de engañar a la gente, haciéndola creer que viajar en bus es divertido o es una “gran experiencia que no deben perderse”. No sé por qué me esmero en ver que el vaso está medio lleno y no medio vacío. A veces es hasta ridículo cómo trato, con palabras pomposas, de esconder lo terrible, incómodo y molesto que es ser usuario del transporte urbano colectivo.
Sí. Hoy comí alacranes y bebí veneno de víbora de cascabel. Pero es la verdad… ¿O no? Es terrible andar en un bus. Uno con sus problemas y de ajuste sentir apretones, escuchar bachata en la radio a todo volumen, exponerte a que te roben todo lo que andás en las bolsas y sobre todo soportar los malos olores. Creo que eso me llevaba más molesto que en otras ocasiones.
La crisis económica y las constantes alzas en el combustible me llevaron a adentrarme en un mundo hasta hace poco desconocido para mi, el transporte urbano colectivo, y desde hace unos meses vengo, por sólo 2.50 córdobas, recopilando historias que hoy te quiero contar. ¡Les recuerdo que la salida es atrás!.
jueves, 21 de noviembre de 2013
viernes, 8 de noviembre de 2013
Fuerza bruta
Definitivamente llovía más adentro que afuera del bus. Una de las ventanillas de ventilación ubicada en la parte superior del pesado vehículo iba abierta. Toda la gente amontonada en la parte delantera huía del chorro de agua que penetraba con ayuda del viento en la sección trasera, mientras el transporte corría abriéndose paso en las calles inundadas de Managua.
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