jueves, 26 de marzo de 2015

Cabezas habitadas

Es mediodía. Ruta 112. Quinta fila de asientos que dan a la ventana. Iba como en trance, con los ojos abiertos pegados al vidrio, pero sin ver nada, ordenando mi mundo financiero, mi mundo laboral y mundo espiritual en una especie de mecanismo psicológico que me da la oportunidad de abandonar ciertas condiciones externas e internas y experimentar un estado de conciencia alterado (…qué profundo).

domingo, 20 de julio de 2014

Desde mi ventana

El calor de las 8:00 de la mañana me dice a gritos que me prepare para un día sumamente caliente en Managua. La parada del transporte urbano colectivo luce más o menos llena, la hora pico casi llega a su fin. Los autobuses en esa franja de tiempo van con menos pasajeros y aun cuando no logro un asiento, voy cómodo. Siempre he pensado que es fácil ver las vicisitudes que se viven a lo interno de un bus, por eso hoy decidí ver a través de la ventana, pero cuando digo ver no es con la mirada perdida en el horizonte, tratando de huir de la realidad, sino viendo hacia una especie de pantalla viva y editando en mi mente una especie de documental, haciendo un collage de fotografías dispersas del estado de una ciudad que se luce bajo el filtro anaranjado del sol de un invierno sumamente seco, sin nubes que apoyen aquella etiqueta meteorológica.

lunes, 10 de marzo de 2014

Viaje al pasado... pero en bus

¡Odio los lunes! El día de pago se ve como una luz al final del túnel y mi cartera empieza a convertirse en una simple pieza de vestir inútil. Todo es gris... o mejor dicho negro. Es uno de esos días que uno cree que la vida es una porquería —por no decir una mala palabra— y además ilusamente, como para martirizarme, pienso que todo pudo ser mejor si no fuera por “esto” o por lo “otro”... Para remate, la idea de agarrar un bus en hora pico no era un aliciente.

jueves, 21 de noviembre de 2013

¡Andar en bus apesta!

A veces me pregunto por qué me mato tanto escribiendo estos textos, tratando de engañar a la gente, haciéndola creer que viajar en bus es divertido o es una “gran experiencia que no deben perderse”. No sé por qué me esmero en ver que el vaso está medio lleno y no medio vacío. A veces es hasta ridículo cómo trato, con palabras pomposas, de esconder lo terrible, incómodo y molesto que es ser usuario del transporte urbano colectivo.
Sí. Hoy comí alacranes y bebí veneno de víbora de cascabel. Pero es la verdad… ¿O no? Es terrible andar en un bus. Uno con sus problemas y de ajuste sentir apretones, escuchar bachata en la radio a todo volumen, exponerte a que te roben todo lo que andás en las bolsas y sobre todo soportar los malos olores. Creo que eso me llevaba más molesto que en otras ocasiones.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Fuerza bruta

Definitivamente llovía más adentro que afuera del bus. Una de las ventanillas de ventilación ubicada en la parte superior del pesado vehículo iba abierta. Toda la gente amontonada en la parte delantera huía del chorro de agua que penetraba con ayuda del viento en la sección trasera, mientras el transporte corría abriéndose paso en las calles inundadas de Managua. 

Adelante, el tumulto de gente era un caldo de cultivo para malos olores, machucones y todo tipo de roces, pero definitivamente la pregunta lógica para todo esto era ¿por qué no cierran la ventanilla? Los que íbamos sentados porque no queríamos perder nuestro lugar, y los que iban de pie, por no empaparse en la urgente y necesaria misión.

jueves, 3 de octubre de 2013

Perfil del usuario de Mpeso o el típico nica

Ya tengo mi tarjeta y por eso regreso hoy para seguir contando historias, porque definitivamete en estos días he aprendido que los sistemas de pago cambian, pero la gente en el bus es la misma. Eso sí, ahora como usuarios de MPeso actuan de forma distinta. A continuación se los explico.

viernes, 31 de mayo de 2013

Calor humano

El día pintaba bonito; el cielo estaba nublado y el clima era fresco, pero a
lo interno del bus yo vivía otra historia con escenas de calor, malos
olores y bajones de presión. Lo único que quería era llegar lo más rápido
posible a mi destino y justo cuando pensé que las cosas no podían ser
peores, comenzó a brisar. La gente cerró las ventanas y como rezan esas
famosas promociones de las empresas telefónicas, la temperatura se
cuadruplicó automáticamente.